Desde sus inicios y con cada trazo, marcado sin dudas también por la llegada de los inmigrantes, la ciudad fue construyendo sus espacios y tramando así su identidad y su historia singular.
Hoy, con más de cien sitios -entre edificios, lagunas, parques- declarados patrimonio histórico, cultural o bien natural, se mantiene la mirada fija en la importancia de su cuidado y conservación, especialmente de cara a los doscientos años de la fundación de la ciudad.
No obstante, el trabajo más fuerte de conservación se inició luego de los años 90, con ordenanzas y normativas municipales que apuntan a la protección del patrimonio de Junín.
Ordenanzas para su conservación
La ordenanza 3177, del 23 de agosto de 1993, creó la Comisión Municipal de Protección de Museos y Monumentos, lugares históricos y artísticos, con el objetivo de resguardar los objetos muebles e inmuebles de interés arquitectónico, artístico, paleontológico, arqueológico, etnográfico y archivístico del partido, además del patrimonio documental y bibliográfico, y los sitios, jardines y conjuntos históricos que tengan valor antropológico, promoviendo el rescate, conocimiento, filiación, estudio, conservación y estabilidad de los mismos.
La norma estableció que la comisión esté integrada por el director de cultura como presidente y cinco vocales que representen al Concejo Deliberante, colegios profesionales y entidades intermedias relacionadas con la protección del patrimonio cultural, todos ellos miembros ad honorem.
Como primer trabajo la ordenanza encomendó a la comisión la realización del inventario inicial de bienes que pasarían a formar parte del patrimonio histórico y cultural, creando además un registro de inscripción de bienes.
La Comisión Municipal de Patrimonio Histórico realizó un preinventario de bienes, el cual fue declarado de interés municipal por medio de la ordenanza 3436 del 18 de octubre de 1995.
Inicialmente se incluyeron edificios como el Palacio Municipal, el Museo de Arte (ex-Mercado), la Alianza Francesa (Salón Víctor Hugo), los bancos Nación y Junín; la Sociedad Italiana, el Club Social, las escuelas 1, 18 y 22; los colegios Santa Unión, Normal, Nacional y ENET Nº 1; las iglesias San Ignacio, Sagrado Corazón, Fátima, Metodista y Anglicana; los cines y teatros Crystal Palace, San Carlos, Italiano y La Ranchería; el Edificio Conde, el Molino Tassara, y varios inmuebles relacionados con el ferrocarril, como el Museo Histórico (antigua casa del jefe de estación), las oficinas (actual sede de la Escuela de Tecnología de la Unnoba), la estación y el Chalet Mr. York (actual rectorado de la Unnoba), entre otros. También se incluyeron los Talleres Ferroviarios, varias casas particulares, las avenidas San Martín y Libertad, la colección de objetos rurales y vida cotidiana del Sr. Vizzio, y las lagunas El Carpincho y la Laguna de Gómez como patrimonio natural.
La ordenanza especificaba que “la declaración de Interés Municipal significará, para dichos bienes y expresiones, que los mismos estarán sujetos a criterios generales de destino, uso y explotación no restrictivos, no afectará el ejercicio pleno del derecho de propiedad ni dará por tanto facultad alguna al propietario de recibir indemnización a ningún efecto, excepción hecha de aquellos que sean declarados como monumentos históricos, de acuerdo a las leyes nacionales y provinciales en vigencia.”
Más de 100 sitios declarados
Un año después, la ordenanza 3577 del 23 de diciembre de 1996 incorporó al listado al Parque Borchex, el Hogar Belgrano, el Hospital Interzonal y varias viviendas particulares.
El 21 de septiembre de 1998, y por ordenanza 3860, se dispuso el diseño de un “elemento de señalización y referencia histórica con condiciones estéticas y visuales de fácil identificación” para ser colocado en los puntos señalados por la Comisión Municipal de Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural.
El 14 de diciembre de ese año, la ordenanza 3900 declaraba como “sitio histórico del partido de Junín” al Cerrito Colorado, el Paso Piedras, la calle 20 de Septiembre, el Boliche Amarillo, el Canal del Norte y las plazas 25 de Mayo y Alem, entre otros.
Posteriormente se incorporaron más sitios, como las iglesias y escuelas de Morse, Fortín Tiburcio, Agustina, Saforcada y Agustín Roca; las estaciones ferroviarias del partido; las estancias La Oriental, Mar Chiquita, Maipú, La Brava y La Argentina, entre otras; el Monasterio de Mariápolis y el portal de entrada y la capilla del Parque Natural Laguna de Gómez.
Así es como Junín cuenta actualmente con más de 100 sitios declarados como patrimonio histórico, cultural y/o natural.
Edificio Conde: el primero en altura
Hace 90 años comenzaba a construirse en Junín el primer edificio alto con estructura de hormigón de toda la provincia de Buenos Aires, ubicado en la esquina de Rivadavia y Francia. Sin dudas un hito en la historia de la arquitectura local y bonaerense, hoy a resguardo como patrimonio.
Fue proyectado por los hermanos Venerando y Castor Conde, e inaugurado en 1936. La construcción estuvo a cargo de Domingo Toppazzini, con la dirección técnica del ingeniero Enrique Dell'Acqua.
El 9 de agosto de ese año abrió el salón de ventas de la tienda La Cumbre, en la planta baja. En el contexto global de la crisis económica de 1929, esta estructura significó también un claro síntoma de recuperación para la época.
La innovación arquitectónica fue tan grande que durante un cuarto de siglo fue el único edificio en altura de Junín y solo unas pocas ciudades, como La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, tuvieron construcciones similares en ese período.
Desde la década de 1960 en adelante, además, en la planta baja funcionó la reconocida casa Foto Óptica Panizza.
En historia reciente, cabe destacar que entre 2019 y 2020 se realizó la limpieza de la fachada del edificio en el marco del Proyecto Haylli, que busca rescatar el trabajo de un personaje de la ciudad como fue el fotógrafo Alberto Haylli y la memoria colectiva de Junín, registrada por él en fotografías y en 16mm.
El proyecto incluyó la publicación de dos libros con gran parte del trabajo del fotógrafo y la realización de un mural con la figura del "Gordo" en una de las paredes del edificio Conde.
Club Social, 135 años de historia
El Club Social de Junín, cuya sede funciona en el edificio ubicado en Rivadavia y Remedios de Escalada de San Martín, cumplió el pasado marzo 135 años de vida y es otro de los tesoros de la ciudad.
La institución fue fundada el 26 de marzo de 1889 por un grupo de vecinos de Junín para organizar encuentros sociales, como tertulias, charlas y juegos.
Su primera sede fue en las instalaciones del Distrito Militar y su primera comisión directiva estaba compuesta por Manuel P. López, presidente; Vicente Gandini, vicepresidente; Carlos Henestrosa, secretario; Julio Miravalles, tesorero; y los vocales Esteban Cichero, Francisco Sosa, Francisco Otero y Andrómico Villafañe.
Tres grandes hitos de la vida institucional del club lo componen su fundación, la compra, en 1925, del edificio que ocupa la sede actual y la adquisición del predio donde está asentado el anexo, en avenida de Circunvalación y Mitre.
La obra de construcción de la sede social se adjudicó a un arquitecto de Capital Federal, quien importó de Sevilla, España, las mayólicas que forman parte de su estructura, con una particularidad poco vista en la ciudad: la representación de pasajes de la gran obra de la literatura Don Quijote de la Mancha que acompaña la arquitectura de estilo español.
El Quijote
En una entrevista realizada por Democracia en 2018, el escritor Roberto Cánepa Leiva destacó que “las cerámicas sevillanas del Quijote de la Mancha vinieron por barco entre 1926 y comienzos del 1927; en esa época ya estaba el material en Buenos Aires proveniente de España”. Entre ellas distingue la escalera de la sede, que es propiamente de mármol italiano y compone una mezcla de estilos.
“El mobiliario de madera primitivo era español -explicó Cánepa Leiva-, el esterillado era una belleza, con cuero repujado y también motivos del Quijote de la Mancha. Creo que hay tres o cuatro sillones originales nada más en el hall”.
A qué se debió la elección del Quijote para la decoración y ambientación del Club, que en un principio lo componían cien familias de la ciudad, según el escritor, “fue el criterio del arquitecto que estuvo a cargo de la obra”.
La armadura es otro objeto que llama la atención en el hall de entrada, pero Cánepa Leiva asegura que es una copia. “Fue traída por el presidente Azpelicueta junto a un arcón donde anteriormente se guardaba la ropa. El arcón desapareció y a la armadura la arrojaron del piso alto y hubo que recomponerla porque nadie la quería”.
“Los herrajes de la sede son españoles, las arañas... aún hay mucha cosa genuina”, destaca Cánepa Leiva sobre las reminiscencias que aún guarda el edificio y que invitan a un recorrido por aquellos años, con solo atravesar su puerta principal.
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